Hace ya unos cuantos años que asistimos a un modo distinto de hacer negocios. Cada día más, y con mayor ímpetu, surge una nueva forma de mercadear a través del mundo virtual, amparada, por claros ejemplos de éxito arrollador como son los casos de facebook, twiiter, Google, Netflix, Spotify, o aquellos basados en la cloud computing –la nube- como es el caso de EyeOs. Todas estas empresas creadas bajo la égida de un nuevo modelo de mercado basado en las TIC (Tecnologías de la Información y las Comunicaciones), han introducido otras formas de comerciar basadas fundamentalmente en el fuerte impacto de las redes sociales, la reproducción de contenidos streaming (vídeos o películas) o la gestión documental incorporada en la nube.
Debido a ello, es evidente que en los próximos años, todos, o casi todos los negocios, tendrán un importante componente digital imprescindible en los tiempos en que vivimos donde lo virtual, las más de las veces, supera la realidad.
Adaptarse a esta nueva metodología de trabajo, y a sus ventajas, nos permitirá aproximarnos a las claves del éxito y eficacia sostenible de nuestros negocios presentes, y futuros, permitiéndonos, a su vez, lanzar nuevas líneas de mercado adaptadas a las exigencias que esta nueva era nos impone si lo que queremos es triunfar y no darle la espalda al progreso.
La necesidad de simplificar, estandarizar y optimizar los procesos informáticos toda vez que se persigue la reducción de costes debido a la imperiosa necesidad de soslayar la crisis global en la que nos hallamos inmersos, hace que las nuevas tecnologías tengan cada vez más seguidores en todos los ámbitos de la economía.
La influencia que hoy en día tienen los procesos informáticos utilizados tanto a nivel doméstico como en industrias y comercios, así como los que interactúan en dispositivos móviles tales como notebooks, teléfonos celulares 4G, tabletas, y las aplicaciones de consumo masivo como sería el caso de WhatsApp o Line, han revolucionado el mundo de las comunicaciones y, por ende, todos los servicios basados en esos sistemas, entre ellos el mundo de la empresa.
Hoy, más que nunca, la presencia en la red es inevitable si lo que se pretende es llegar al público en general y mostrarle nuestros productos o servicios, lo contrario es dar la espalda al progreso y eso, hoy, es el camino directo al fracaso.
A mediados del siglo XVIII se produjo, en Europa –principalmente en Inglaterra-, un cambio radical el cual desencadenó el paso de una economía eminentemente agropecuaria y artesanal a otra dominada por las nuevas industrias y la automatización de la producción. A este cambio de espectro productivo es lo que conocemos como: Revolución Industrial.
Sus principales cambios fueron sociales, culturales, económicos y, en cierta medida, tecnológicos ya que se comenzaron a utilizar nuevas fuentes de energía como el carbón, fuerzas motrices innovadoras entonces, como el vapor, y nuevos materiales como el acero.
Uno de los sectores más favorecidos fue el textil al empezarse a utilizar telares mecánicos que vinieron a sustituir las viejas lanzaderas de hilado, permitiendo un aumento de la producción desconocido hasta entonces y una reducción de costes difícil de imaginar en aquella época.
Sin embargo, donde más se notó la Revolución Industrial fue en el transporte terrestre y marítimo al comenzarse a fabricar en serie los primeros motores de vapor.
Las fábricas de aquella época, al sustituir sus sistemas de tracción hidráulica por modernas máquinas de vapor trasladaron sus establecimientos fabriles a ciudades más importantes lo que propició la construcción de colonias obreras estableciendo un importante y radical cambio demográfico, político y socioeconómico.
La necesidad de acercar las materias primas a sus nuevos emplazamientos industriales propició la mejora de las infraestructuras de comunicación de aquellos tiempos con la creación o modernización de caminos, carreteras o canales. A su vez, la distribución de productos elaborados hacia sus puntos de venta también hizo necesarios nuevos progresos en la comunicación entre las industrias y sus lugares de destino. Esta tesitura llevó, a partir de 1829, a utilizar un nuevo método de transporte poco conocido hasta entonces: la locomotora a vapor.
Si bien el ferrocarril, como medio de transporte en las cuencas mineras, era –en su origen- tirado por tracción animal, el uso de las locomotoras a vapor, como fuerza tractora, revolucionó de tal manera el sistema ferroviario que se mantuvo activo hasta principios del siglo XX en el que se empezaron a reemplazar por unidades eléctricas, aunque ya existían modelos pero de muy poca rentabilidad y uso.
Pues bien, si la máquina de vapor marcó toda una época que devino en cambios revolucionarios en el mundo del transporte, hoy, las nuevas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones están haciendo otro tanto en la sociedad moderna y, al igual que ocurriera entonces con los detractores de aquel nuevo sistema de transporte, hoy las TIC -sea por desconocimiento o por temor a la privacidad y seguridad de los datos-, están pasando por un trance similar, pero al igual que no se pudo interrumpir el progreso entonces, tampoco podrá interrumpirse ahora.
La tecnología avanza a una velocidad espectacular y quién no se suba al “tren” de la era digital está condenado al fracaso.
Hoy, la red Internet es un fenómeno social en el cual, de una u otra forma, estamos todos implicados.
Redes sociales, foros y chats, mensajes cortos e inmediatos, sitios en la web, blogs, correos electrónicos, videoconferencias, intercambios de archivos, almacenamientos masivos en la nube, y un largo etcétera, es lo que nos permite estar directamente en contacto con otros seres humanos a los que sólo conocemos virtualmente sin importar distancias ni fronteras. Entonces, si virtualmente no existen distancias ni fronteras ¿por qué tratamos de ponérselas al progreso?
Muchos son los pueblos, ciudades, comarcas o regiones que crecieron, se desarrollaron y se enriquecieron a la estela del ferrocarril. Hoy, esos mismos pueblos, ciudades, comarcas o regiones tienen que mantener su crecimiento, desarrollo y enriquecimiento a la estela de las nuevas tecnologías, obrar en sentido contrario es apearse del “tren” en marcha.
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